¿Por qué me quedo con una pareja que me hace sufrir?

¿Por qué me quedo con una pareja que me hace sufrir?

“Me siento desdichada por amar de esta forma, pero si le amo con dulzura, no consigo saber si le amo o no. Un amor plano me decepcionaría. Sólo una pasión desgarradora me proporciona la prueba de que le amor y, al mismo tiempo, me hace sufrir por amarle.”

Boris Cyrulnik, ‘El amor que nos cura’

De las palabras de Ginette, una de sus pacientes, Cyrulnik concluye que hay quienes piensan que “un amor sin sufrimiento no es un verdadero amor”.

Desgraciadamente, su caso no es único. Se trata de personas atrapadas en relaciones de pareja en las que sufren, pero de las que les resulta muy difícil escapar. De estas personas se suele decir que son masoquistas.

El masoquismo es un concepto muy complejo, pues ha pasado de ser un tecnicismo psicoanalítico a transformarse en una palabra de uso popular. El término masoquista es muy reciente: aparece en el siglo XIX asociado a la novela de Leopold von Sacher-Masoch ‘La Venus de las pieles’. En ella, el protagonista extorsiona a su amada para que le trate de manera humillante. Resultan inquietantes las similitudes entre ‘La Venus de las pieles’ y un superventas actual como ‘Cincuenta sombras de Grey’.

Antes del siglo XIX, el sufrimiento estaba sobre todo asociado a la expiación de la culpa, por lo que a menudo estaba glorificado, como es el caso de la figura del mártir.

Actualmente, el masoquismo tiene connotaciones extraordinariamente negativas fuera de los ámbitos clínicos, ya que se entiende que a la persona masoquista le gusta sufrir. Esto no es exactamente así. Como explica Hugo Bleichmar, “la meta no es la búsqueda del displacer sino lograr, mediante el sufrimiento, el escapar de un sufrimiento mayor”. ¿Y cuál es ese sufrimiento mayor? La respuesta varía en cada caso y en cada pareja, pero suele girar en torno al miedo a la soledad, el abandono y la pérdida de control.

¿Por qué algunas personas tienen tanto miedo al sufrimiento, al abandono, a estar a la deriva, o a perder el control? Porque han tenido esta experiencia en la infancia. Construyeron con sus progenitores un vínculo de apego inseguro, concretamente de tipo ansioso/ambivalente, y han desarrollado un patrón relacional asociado a ese tipo de apego.

Lo que caracteriza al apego ansioso es la incertidumbre. El niño no sabe si mamá o papá van a estar disponibles para cuidarle y consolarle y eso le paraliza a la hora de explorar el mundo. Intenta quedarse cerca de papá o mamá y llamar su atención para lograr su cariño. Los escenarios infantiles en los que se teje un vínculo de apego ansioso/ambivalente pueden ser muy dispares, en ocasiones puede haber maltrato físico y/o psicológico por parte de los padres, seguido de arrepentimiento y muestras de afecto. En otros casos, se alternan momentos en los que el adulto simplemente no está disponible; abandona emocionalmente al niño en unas ocasiones, mientras que en otras lo colma de afecto y atenciones. Estos niños crecen con miedo a ser abandonados o a no poder predecir la conducta de sus padres.

Ahora viene la segunda parte: para que una persona permanezca en una relación en la que sufre, hace falta que encuentre a alguien que le haga sufrir. No todas las personas están dispuestas a desempeñar ese rol que comúnmente denominamos sadismo. Si el masoquismo tenía su origen en la obra de Sacher-Masoch, el sadismo lo hace en la del Marqués de Sade. Es importante destacar que el sadismo y el masoquismo suelen asociarse a conductas sexuales, pero en este caso nos referimos a la relación de pareja en la que uno sufre y otro hace sufrir y en la que puede haber o no conductas sexuales sadomasoquistas.

Hay diferentes maneras de hacer sufrir a alguien y distintas vías para convertirse en ‘una persona sádica’; paradójicamente, una de ellas, aunque no la única, reside en la construcción de un vínculo ansioso/ambivalente en la infancia.

Podemos decir por tanto que el que sufre como el que hace sufrir tienen patrones relacionales muy similares, e incluso pueden compartir miedos y experiencias infantiles parecidas. Es frecuente que ambos tengan miedo al abandono. De ahí la dependencia que se da por parte de los dos miembros de la pareja en este tipo de relaciones en las que lo que se pone en juego es la lucha por el poder y por el control de la conducta del otro.

Es frecuente que la persona que sufre sea una mujer, y la que hace sufrir, un hombre. Ello se debe a las diferencias en la educación y las expectativas asociadas al género, en las cuales se espera que la mujer sea sumisa y el hombre agresivo. De cualquier manera, lo que caracteriza estas relaciones es la dependencia. Como explica Luis R. Guerra Cid en su obra ‘El clavo ardiendo’: “Pese a lo que cabría esperar de una pareja que sostenga una relación sádico-masoquista, en ningún caso uno es estrictamente sádico y el otro estrictamente masoquista complementándose perfectamente […]. El sádico puede jugar en algunos momentos un rol de sufridor y viceversa, en ocasiones el sádico puede sufrir simplemente ante la posibilidad de que su objeto de denigración pueda desaparecer, lo cual lo hace vulnerable puesto que el sádico es tan dependiente de él como el masoquista”.

Guerra Cid propone varias posibilidades por las que una persona permanece en una relación de sufrimiento, que intentaré resumir a continuación:

  • Querer controlar al sádico. Es el caso de personas que padecieron malos tratos en la infancia, cuando son adultos buscan una relación similar para demostrarse a sí mismos que no volverán a sufrir lo mismo, que esta vez podrán cambiar al sádico y “volverle bueno”, reparando así el déficit afectivo padecido en la infancia.
  • Necesidad inconsciente de ser castigado. Es la consecuencia de una autoestima muy dañada en la que la persona siente que no vale nada, que es mala y merece castigo.
  • Necesidad obsesiva de sentir aprecio. La búsqueda de una pareja masoquista asegura una codependencia que hace prácticamente imposible el abandono, pues ambos miembros de la pareja temen esa situación por encima de cualquier otra cosa.

Las personas atrapadas en relaciones sádico-masoquistas no buscan activamente el sufrimiento sino que tratan de evitar un sufrimiento más profundo, como el abandono o el descontrol. No son personas a las que les gusta sufrir como se oye habitualmente; tienen un problema y necesitan ayuda profesional para superarlo. A través de la psicoterapia las personas pueden modificar sus patrones relacionales, escapar de relaciones de sufrimiento y construir parejas más sanas que les ayuden a crecer.

RECOMENDACIONES CINEMATOGRÁFICAS DE INTERÉS GENERAL:

RECOMENDACIONES PARA PSICÓLOGOS Y PSICOTERAPEUTAS

 

Esta publicación ha sido elaborada por Celia Arroyo y publicada en Instituto Palacios de Salud de la Mujer.

 


 

Foto: (CC BY) Adhar Shanny Acosta Rocha-Sad song.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*